La colorimetría nació de la necesidad humana de entender y clasificar los colores que percibimos. A lo largo de la historia, filósofos y científicos han contribuido a su desarrollo, desde la antigua Grecia hasta los experimentos de Newton con prismas, que revelaron el espectro de colores oculto en la luz blanca.
Posteriormente Suzanne Caygill creó el Método Caygill, un enfoque detallado y personalizado para el análisis del color. Este método profundiza en la paleta única de cada individuo. Se basa en una evaluación cuidadosa de las características físicas, como el tono de la piel, el color de los ojos y el cabello, y cómo estos se relacionan con ciertos colores que pueden realzar la apariencia de una persona.
El objetivo es identificar los colores que no solo complementan las características físicas, sino que también armonizan con la personalidad y el estilo de vida del individuo, ofreciendo así recomendaciones de color más precisas y personalizadas.